Cuando una nación se encuentra frente a una conflicto como el generado por los piqueteros de Gualeguaychú no puede omitir resolverlo toda vez que están en juego los derechos más elementales establecidos por la Declaración de Derechos Humanos de la ONU y la propia Constitución. Para salvaguardar el orden público el gobierno republicano tiene a su disposición la razón y en, su defecto, la fuerza pública. Lo más lamentable en el presente caso es que se ha omitido el uso de la razón lo que no solo ha comprometido la posibilidad de solucionar el problema sin usar la fuerza si no que significativamente se ve afectado también nuestro futuro.
Aparece entonces como uno de los grandes ausentes, a lo largo de este año de verguenzas públicas internacionales, el ministro Filmus que no ha encontrado la manera de hacer saber a los entrerrianos, ni a los argentinos todos y ni siquiera, aparentemente, a sus compañeros en el PE que la ecología no es un sentimiento sino una ciencia, que la opinión en cuestiones científicas tecnológicas y su eventual debate corresponde a los expertos específicos y que resultados objetivos de la ciencia, no se soslayan con el meneo de una desnudista en un foro internacional, una finta leguleya o un grito de tribuna.
Tanto prejuicio y sospecha infundada emergentes de Gualeguaychú, si hubieran sido oportunamente advertidos y rechazados con campañas educativas públicas, no hubieran prosperado y se podría haber evitado un enojoso problema a toda la región, llevando incluso tranquilidad a esos mismos piqueteros que aún hoy declaman enfáticamente fantasías de contaminación, esterilidad y muerte a pesar de todos los datos en contrario. Se ha perdido una oportunidad más, para acercar a la ciudadanía a la ciencia y alejarla de la ignorancia y la superstición. dotándola de elementos imprescindibles para alcanzar el desarrollo dentro de la futura sociedad de la información.
Más temprano que tarde la justicia y el orden reinarán otra vez, los puentes estarán libres al tránsito, las plantas se completarán trayendo el progreso tan erróneamente temido mientras los responsables de los cortes serán juzgados y habrán de pagar por los daños y perjuicios producidos. Resta esperar que entonces, en lugar de dejar en manos de burócratas, punteros políticos o piqueteros encumbrados, el imprescindible control ambiental de toda la cuenca del Plata, se efectue este a traves del impulso, difusión y coordinación de la actividad de investigación en el área, de los grupos científicos tecnológicos pertinentes de las universidades del Mercosur.
Aparece entonces como uno de los grandes ausentes, a lo largo de este año de verguenzas públicas internacionales, el ministro Filmus que no ha encontrado la manera de hacer saber a los entrerrianos, ni a los argentinos todos y ni siquiera, aparentemente, a sus compañeros en el PE que la ecología no es un sentimiento sino una ciencia, que la opinión en cuestiones científicas tecnológicas y su eventual debate corresponde a los expertos específicos y que resultados objetivos de la ciencia, no se soslayan con el meneo de una desnudista en un foro internacional, una finta leguleya o un grito de tribuna.
Tanto prejuicio y sospecha infundada emergentes de Gualeguaychú, si hubieran sido oportunamente advertidos y rechazados con campañas educativas públicas, no hubieran prosperado y se podría haber evitado un enojoso problema a toda la región, llevando incluso tranquilidad a esos mismos piqueteros que aún hoy declaman enfáticamente fantasías de contaminación, esterilidad y muerte a pesar de todos los datos en contrario. Se ha perdido una oportunidad más, para acercar a la ciudadanía a la ciencia y alejarla de la ignorancia y la superstición. dotándola de elementos imprescindibles para alcanzar el desarrollo dentro de la futura sociedad de la información.
Más temprano que tarde la justicia y el orden reinarán otra vez, los puentes estarán libres al tránsito, las plantas se completarán trayendo el progreso tan erróneamente temido mientras los responsables de los cortes serán juzgados y habrán de pagar por los daños y perjuicios producidos. Resta esperar que entonces, en lugar de dejar en manos de burócratas, punteros políticos o piqueteros encumbrados, el imprescindible control ambiental de toda la cuenca del Plata, se efectue este a traves del impulso, difusión y coordinación de la actividad de investigación en el área, de los grupos científicos tecnológicos pertinentes de las universidades del Mercosur.