Saturday, June 30, 2007

La buhardilla

Hubo un tiempo, mucho tiempo, en el cual existió en el país una institución de servidumbre conocida como "la colimba". En ella los jóvenes entregaban un año de su vida a la nada por una ley cuyas excusas no resisten análisis. Los colimbas afortunados que estaban en un lugar donde podían llenar el vacío con lecturas lograban recuperar por ratos la condición humana.
Uno de estos era nuestro colimba que fue a dar a oficinas militares de la Rosada.
Aunque no se advierte facilmente desde afuera, la sede presidencial de Balcarce, como también la sede del rectorado en Viamonte que nuestro colimba deambuló años más tarde, es la unión de dos construcciones previas que se ligan por una intermedia, lo que da una estructura que se acompleja por la convivencia de cubiculos modernos alzados en patios preexistentes, atajos entre zonas de diferente calidad funcional y algunos desniveles.
El colimba ejercía de tal en una dependencia a horcajadas del centro y norte del edificio, cuyo depósito, sala de mate y descanso era una buhardilla que resultaba a nivel del salón que da paso al gran balcón sobre la plaza. Un piso por encima de "el Balcón" que hizo famoso el presidente que habia vuelto a serlo pocos meses antes. El techo a dos aguas, desnudo con pocas vigas, apenas quedaba separado de las cabezas en la cúspide y tenía llegando al frente del edificio unas ventanas rebatibles que liberaban una estrecha hendija sobre palmeras, golondrinas y manchones de gente.
La tarde que se narra, el colimba debió ingresar sorteando una multitud que se iba reuniendo urgentemente y de la que no se tenía noticia cuando salió a comer y de trámites. No era posible que yirara por la Casa que estaba en estado efervescente ni que se quedara en las oficinas que eran el paso obligado de cameramans, tiras, dirigentes y curiosos con carnet, hacia el espectáculo del lider y las masas. Por lo tanto los suboficiales lo ubicaron en la buhardilla junto a otros colimbas de papeles llevar y algunos empleados de menor importancia.
El colimba leía diariamente La Nación desde los 8 años y desde la cuna vino insensible a los discursos del lider carismático. Tan solo la significativa disposición de los grupos y banderas, borra de café que se acostumbraba "leer" en aquellos actos en conjunción con el hábito de contar gente por metro cuadrado, tenía algún interés para él pero rapidamente resultó insuficiente para mantener la posición en puntas de pie necesaria para bichar por los ventanucos.
Para cuando el presidente habló un par de horas más tarde el aburrimiento era insostenible mientras la monocorde y ronca letanía, ahogada por bombos y exclamaciones, apenas le llegaba. Cree haber escuchado el "me llevo en mis oidos" sin darle demasiada importancia hasta que los cambios en los rostros llamaron su atención.
La retorcida secretaria del coronel, dura peronista siempre bien informada, se mordía los labios pálida mientras que García, varón y radical, lagrimeaba a la par del simplón suboficial de aeronáutica. No es que le explicaron sino que entre ellos se explicaban el definitivo sentido de aquellas enigmáticas palabras y propagaban los virus rapidamente tejidos por la maquinaria de propaganda: orfandad, separación, dolor, última comunión con el hombre que amaban. Nuestro colimba también se mordió los labios y pretendiendo incredulidad logró sortear el deschave ante el agradecimiento de los así condolidos y consolados. Empero en una oportunidad debió voltearse hacia la pared para que no le vieran la cara iluminada; de espaldas a la reunión se encontró los ojos alborozados del oficial de marina buscando igual resguardo. Pronto la Plaza se liberó cabizbaja y el colimba pudo volver a su casa.
Así rozó la historia a nuestro joven héroe y se consumó por un instante la sabiduría del proverbio chino: "sientate... y verás ...".

HenriB

nota: HenriB es mi nick en los foros de La Nación, muy parecido a mí tiene apenas una pátina de exageración algo por seguridad y algo por gusto

Altillo

Subimos. En el altillo había un viejo colchón, ni parado ni tendido, al otro lado.
Ella lo sabía como sabía del látigo que colgaba provocador de un parante y de los juguetitos que había sobre la pequeña mesa.
No hubo besos solo ejercicios, examenes, intentos. Intensos intentos.
No nos abrazamos, simplemente nos ubicamos en los ángulos que creimos más apropiados. De rodillas erramos y en cruz acertamos.
Relampagos de violencia nos iluminaron para saber ceder.
La mano fue más rápida que la vista. La lengua más sutil que el habla.
Finalmente alcanzamos la última ecuación cuando desesperábamos por volver a alcanzarla. La tarde nos dió su amén silencioso. Descansamos entrelazadas.
Bajamos como si nada importara.

Sor Amor

Nota: Sor Amor es un personaje creado para los foros de La Nación, tomando la idea de Cesar Tiempo con su Clara Beter, como reacción frente a la incapacidad de dialogo racional de algunos foristas. Se supone una monja argentina con sede en Amsterdam con sus muy liberales hermanas que son tanto sus colegas como las chicas de las vidrieras. Sor Amor es una provocación, mezcla de lesbia y ninfomana , muy directa, especializada en escandalizar a machistas, chupacirios y ayatolhas, siempre opuesta a toda discriminación y que fundamentalmente aparece para defender los derechos de la mujer y su perspectiva (obvio, la que yo me imagino, más no puedo hacer).

Monday, June 11, 2007

Novedades


La carta Educacion y Responsabilidad fue editada (ver ) por La República de Entre Rios diario digital de Concordia el 7 de febrero de 2007 bajo el copete
Por varios días, los textos que daremos a publicidad circularon en el ámbito privado (o no tanto) de la correspondencia electrónica entre el Dr. Balonga y nuestro editor, y el hecho de que salgan a la pública luz obedece no sólo a que así lo ha solicitado el autor de la "Carta Abierta...", sino porque creemos de este modo contribuir a la consolidación de uno de los valores que con más urgencia piden nuestra joven democracia: la tolerancia.
Hemos plasmado, en ese contrapunto de opiniones, ideas opuestas, pero de un modo respetuoso y, por parte del Dr. Balonga, nutrido de un saber técnico que sin duda servirá para el enriquecimiento de quienes, como nosotros, se detengan en sus líneas para encontrar las razones (lo que hay de razón) en el argumento de quien piensa de manera divergente a nosotros.
Agradecemos públicamente, también, al Dr. Balonga por haber soportado caballerosamente la por momentos demasiado vehemente retórica de nuestro editor, sin haberse dejado arrebatar por al apasionamiento del que muchas veces somos víctimas y es el principal motivo del desencuentro entre los argentinos.
Sin embargo a pesar la promesa hecha a sus lectores La República desistió de publicar los textos restantes 3 del editor y otros 2 más mios , que existían ya al 7 de febrero .