Sunday, October 24, 2010

Censo y principios

a La Nación 22/10/2010

    Hace unos cincuenta años mis oídos infantiles escuchaban con sano orgullo relatar a un amigo de mi padre su desplante ante los aduaneros neoyorquinos. El hombre, al  llegar para una larga estadía de perfeccionamiento a los Estados Unidos,  les había echado al rostro su negativa a llenar el formulario que le presentaban diciéndoles que "en nuestro  país ni el más sencillo habitante se  permitiría preguntar raza o religión y mucho menos  contestar preguntas semejantes". No sabré si su orgullo argentino e igualitario le abrió el paso o fue la pálida tez de ese valiente hijo de gallegos, pero esa historia me quedó grabada. Para mi momentáneo héroe su reacción no fue más que algo natural, que cualquiera de sus oyentes hubiera llevado a cabo, mientras que  la gracia de la anécdota radicaba más en la burla subyacente a sus sorprendidos interlocutores norteamericanos que pensaban estar en la más avanzada democracia.
    En estos días, el formulario del censo nacional 2010 desmiente esa verdad de entonces de manera cruel. Las preguntas 5 y 6,  en la primera hoja del formulario que se obtiene en Internet, interrogan directamente por ciertas pertenencias raciales apenas maquilladas por categorías  ideológicas, a-históricas y para-antropológicas.  Ni el supuesto anonimato ni la invocación de confidencialidad libran a estas preguntas de su peligroso contenido racista, en tanto se ubican en un contexto político y  público,  a la vez  que carecen de finalidad, formulación u objetividad, científica que pudiera legitimarlas.
    ¿No habrá un juez que pueda librarnos de estas vergüenzas, amparándonos de este censo, o nos veremos obligados a recurrir, como aquel hombre, a plantarnos orgullosos de nuestros principios republicanos y no contestar?.

Sunday, October 10, 2010

Soberbia y blasfemia

a La Nación 9/7/2010
sobre la nota  Bergoglio dice que la boda gay "es la pretensión destructiva del plan de Dios" 

Parece imposible, lamentablemente,  hacer que los fundamentalistas comprendan que no se puede legislar en democracia a partir del "Plan del Dios" ni las exigencias particulares de religión alguna.
Sin embargo deberían entender que según su propios términos es blasfemo decir, con exacerbada soberbia,  que conocen tal Plan y pretender que este contiene detalles específicos sobre la legislación civil de los argentinos para comienzos del siglo XXI.