Sunday, June 5, 2011

Parquizar la Reserva Ecológica de Buenos Aires

para Jugá Limpio Buenos Aires (Facebook) en el día del Medio Ambiente

La ecología no es un sentimiento es una ciencia, no me cansaré de repetirlo. El cuidado del medio ambiente necesita de medidas racionales y no prospera con actos de voluntarismo por bien intencionados que estén. Dejarse llevar por la apariencia en cuanto al ambiente natural sin estudiar las razones y las consecuencias es un acto suicida. Ya hemos sufrido bastante con la barbarie de cortar puentes para oponerse a una pastera que ya al inicio de las protestas se sabía cientificamente que no implicaba daño ambiental alguno mientras que los residuos de la ciudad supuesta defensora del medio ambiente (Gualeguaychu) eran y son el  principal contaminante del rio Uruguay.
De la misma forma mantener la Reserva Ecológica como tal es simplemente un acto de desconocimiento bastante cómodo en tanto dejar todo a "como venga" (basura incluida) resulta económico, en el corto plazo,  en dinero y esfuerzo. Así las cosas vemos pajonales secar lagunas. Las olas del río son inalcanzables  o llegan a playas llenas de todo tipo de desechos. Ratas y ratones de todos los tamaños pululan con los peligros de contagio que estos animales entrañan. El crecimiento caótico de la vegetación vuelve desagradable el paisaje e inutil o riesgoso el acercamiento.  En ese caos cualquier foco de incendio, cualquiera sea su causa, es casi imposible de controlar y extinguir. La superficie pantanosa excede la de millones de macetas de aquellas que las campañas de salud pública sugieren no dejar con líquido para evitar la cría de mosquitos[1].

Los defensores de este estado de cosas, aun con buena fe, le hacen el juego en definitiva a quienes desean que esa zona se convierta en nuevos y más edificios, pues dan la excusa al mantener las causas de problemas  que sin duda han de materializarse tarde o temprano. En el mismo sentido actuan quienes permiten los asentamientos de usurpadores que van surgiendo entre la Reserva y la Ciudad Deportiva, que practicamente han hecho inaccesible a los ciudadanos el espigón al Sur de la Reserva.
Considerar a estos terrenos una Reserva, un ecosistema específico u original no urbano, es falaz por cuanto la proximidad y labilidad de sus fronteras con la ciudad impide que se encuentre suficientemente aislado para mantener un equilibrio estable sin interferencias distorsivas (nuevas especies, predadores, ... ). 
De más está decir que no existe urbe del tamaño de Buenos Aires en el mundo que sostenga dentro de sí un foco de este tipo. En muchas ciudades animales no domésticos (ardillas, cisnes, por ejemplo) y plantas autóctonas o exóticas están al alcance de la mano en parques limpios, accesibles, seguros y cuidados (St.James, Bois de Boulogne, Central Park, etc...).
Resulta imperioso en beneficio de la educación ambiental de la población a la vez que de su salud y esparcimiento que la Reserva Ecológica sea parquizada con inteligencia manteniendo las especies que no resulten peligrosas, creando un lugar de oxigenación y paseo donde se puedan observar animales y plantas con facilidad y sin riesgos.  
La sabiduría que nos dió uno de los más bellos parques del mundo, como es Palermo, debe volver a primar  aprovechando la actual Reserva y los conocimientos de que hoy día se disponen para incrementar y poner en valor ese capital.  

[1] la gravedad de esto es evidente siendo que el mosquito portador del Dengue ya se ha extendidodo hacia el Sur hasta las cercanías de La Plata