Wednesday, March 20, 2013

Bergoglio y la opción por ...


La llegada de Jorge Bergoglio al Papado ha modificado y modificará sin duda la situación política argentina. Por lo pronto ha pisado el hormiguero cristinista ya debilitado por la virtual muerte del proyecto de reforma constitucional para la rereelección, provocando salidas desesperadas que debieron reencausarse en términos de horas. Destaca el sincericidio de Horacio Gonzalez en reunión de Carta Abierta cuando por azar o lucidez manifiesta que el objetivo tanto del cristinismo como de la Iglesia es el control(subrayado mío) de las masas populares del país. Nadie puede negar los puntos en común de ambos proyectos: la apelación a los pobres, el populismo, el autoritarismo invasivo de la vida pública y privada, la exaltación nacionalista. Esa coincidencia no es de hoy, corre paralela a todo el peronismo y le antecede en la historia desde la colonia misma con momentos de mayor o menor éxito en mantener una impronta medieval.  

La elección de Bergoglio es la elección de un político. Es síntoma de que los graves problemas internos de la Iglesia no pueden dejarse en manos santas ni doctas sino en manos pragmáticas con profundas relaciones y experiencia en la trama del poder. No es un pescador ni un teólogo, este es el Papado del Tejedor que ha de reparar las redes y también la barca. Su argentinidad es una garantía de conservadurismo, su ascendencia italiana le da la cercanía necesaria, no es un improvisado ni llega virgen a una Iglesia que difícilmente haga algo más que lavar su cara.       

En lo personal Bergoglio es despedido (fired) hacia arriba, su acción personal se dirige a otro ámbito y ya no hacia lo local. Sin embargo ese cambio incrementa el poder de la Jerarquía que deja atrás. Ese poder se expresa en esa aparente renovación de fe que no es más que choluleo y exitismo. Un Papa argentino o un ganador argentino del Balon de Oro europeo da casi lo mismo para las masas sumidas en la ignorancia, el clientelismo y/o la desinformación. Pero esa apariencia es y puede ser manipulada, con ella se instalan consignas y resultados sin debate. Mitos crecen alrededor de la elección del nombre, el viaje en subte o cualquier otro gesto convenientemente interpretado y reproducido miles de veces por un periodismo donde el juicio de valor está tan ausente como el buen criterio. 

El poder ganado por otros es poder perdido  y el cristinismo lo sintió así y reaccionó por reflejo, por la lógica del poder más que la lógica política y mucho menos ideológica. El desencuentro personal de los Kirchner con el hoy Papa nunca llegó a mayores: no hubo diatribas personalizadas de ningún lado y los desaires formales fueron mínimos. Ni de lejos Bergoglio o la Iglesia fueron puestos, hasta el Conclave, en la picota como Clarín , Macri o "el campo". Los vehículos de la reacción inicial son los que tienen el poder prestado, los apoyos incómodos como D'Elía y la misma Hebe o los amanuenses de Carta Abierta. El núcleo del poder dejó hacer, tragó saliva y se dispuso a reacomodarse aprovechando los cauces de la diplomacia ya que, en definitiva, Bergoglio se había convertido en un mandatario extranjero. 

La oposición se lanzó también al ritual a la espera de ser bendecida por el Papa. Se llevará una dura decepción. La Iglesia tiene consistencia y larga memoria. Sus deseos rara vez son inmediatos. La Iglesia argentina, una de las más involucradas del mundo con el Estado dentro del ámbito católico, tiene gran experiencia y siempre supo tener su pata en cada lado del plato y alguna afuera cuando le fue necesario. Pero esas patas sostienen un tronco rígidamente dogmático y fundamentalista. Tronco demasiado dado a la 

intolerancia como para cumplir con el Amor que su fe sostiene, empeñado en crecer al margen de la prescripción evangélica "al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios". Todos recibirán palmadas en el hombro y despues se les recordará que nada es gratis. El ejemplo de Macri es patente y debería ser recordado como significativo que es. Coqueteado cuando el electorado le sonrió debilitando a los Kirchner, fue rápidamente demonizado por haber abierto la puerta al "matrimonio igualitario" y recuperar la "confianza" le costó tener que vetar el tema más sentido, en palabra y obra, por el electorado femenino, moderno y cosmopolita, de la Capital: el aborto. Ya "marcado" es dificil que pueda consolidarse lider de la oposicion con apoyo ecleciástico. Otros exponentes quizás menos expuestos como de la Sota o Scioli o ...  tengan un mejor a priori pero en realidad ¿que pueden ofrecer para lograr el apoyo de la maquinaria de los "punteros dominicales"?

Curiosamente es el cristinismo el que cuenta con moneda de cambio. De momento tiene poder y no puede perderlo sin exponerse a la acción de la Justicia. Ese poder se deshace sin la rereelección y esta requiere una reforma constitucional (o un gigantesco silencio cómplice). En la anterior reforma elementos clericales pasaron sin discusión electoral vaga terminología para sostén de posteriores acciones judiciales y políticas en el sentido deseado por la Iglesia. Palabras como "familia", "protección de la vida" se insertaron sin definición con uso eufemístico y con el fin claro de limitar los derechos de la mujer a decidir sobre su cuerpo y de las personas en general sobre su vida y sus relaciones interpersonales por encima del respeto a las libertades personales y las opciones privadas. La historia ha demostrado que esas compuertas cedieron bastante rápidamente al embate de la modernidad. Se plantea hoy entonces la necesidad para la Jerarquía de un avance en la imposición de una "voluntad católica" en la Constitución. A la vez que está abierta la posibilidad de esa reforma por las necesidades del cristinismo. 

La "opción por los Kirchner" aparece como una temible sombra en un cielo que se estaba despejando desde mediados del año pasado (en lo político, ya que otros campos se descalabran aceleradamente). No es posible adivinar como sopesaran las partes los pros y los contras. El cristinismo pueden pensar que las concesiones pueden ser demasiadas para mantener sin quiebre ideológico su base electoral. La Iglesia puede preferir un profundo desgaste del partido de gobierno antes de negociar en 2015 la salida "en unidad y paz" que el cristinismo amenaza ignorar. 

Resta esperar aún que se imponga la racionalidad de quienes han sufrido por años estos vaivenes sin sentido y buscan libertad y república laica, un país moderno y productivo que se inserte con sabiduría y mesura en el mundo global. Veremos que señales de materializar una unidad en torno a esta búsqueda se aprecian en los próximos meses, en particular el 18 de Abril. 



Nota: la Iglesia (la asamblea) Católica en sentido estricto comprende a todos los fieles, por simplicidad se le da aquí al termino el sentido de uso común:  que solo incluye los sectores activos en el sacerdocio y fuera de él , católicos por default. Donde ha sido necesario a la claridad se ha usado el de Jerarquía, subconjunto del anterior con poder institucional.